Martínez Campos, 20-XI-014
GUIA
MOSAICO
Silviano Martínez Campos
LA PIEDAD, 20 de Noviembre.- QUE LOS PARTIDOS en México (y no sólo) pasen por una gran crisis, es lamentable. Y no es que perdieran la confianza de la “ciudadanía”, si es que alguna vez la tuvieron, sino que fueron arrollados también por la gran crisis envolvente que nos arrastra por todos lados, en México también. Los estudiosos delimitan lo que es un movimiento y lo que es una institución ya “consolidada”, quiero decir establecida, conformada, con pautas y metas claramente definidas, determinadas. UNO PUEDE ADHERIR su simpatía por un movimiento, aun cuando mantenga sus reservas por una institución, necesaria por otra parte. Fue lo que le pasó a quien escribe, o sea a mí, primero con la corriente democrática desprendida del PRI, y luego del presunto fraude electoral del 88, con el movimiento que bajo el nombre de Partido de la Revolución Democrática, encabezaron sus líderes Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. EN CUANDO A la corriente, dentro de mi trabajo de redactor en el diario, llegué elaborar información en torno a comunicados que llegaban de la oficina del ingeniero Cárdenas, con todas las reglas de la imparcialidad del oficio, pero matizadas por cierto interés de difusión. Mi simpatía con el tal movimiento terminó con mi voto por Cárdenas cuando su primera candidatura presidencial y luego con el interés en las informaciones subsecuentes. AQUÍ EN LA Piedad fue otra cosa, cuando hará 25 años me mudé desde la gran capital, precisamente cuando ese año se fundaba el PRD y aprovechando el trabajo de corresponsal que para un gran diario michoacano me proporcionó dilecto amigo (para mí los afectos, una vez que nacen, nunca mueren). Por necesidad de la división del trabajo de reportero, me tocó “cubrir” el área de partidos de oposición, incluida la actividad perredista en aquellas jornadas electorales iniciales y posteriormente otras “gestas” tan profesionalmente gratificantes como informador, entrevistador, comentarista. Luego habría de seguir, del 93 en adelante, en el Semanario GUIA de Zamora, en cuyos archivos escritos debe quedar constancia de de tantas entrevistas que hice a personajes de la vida pública, fuesen académicos, políticos, dirigentes. DIGO ESTO NO para adornarme, porque de todas maneras reconozco mis límites y admiro a mis colegas que considero más audaces y competentes, sino para testimoniar lo que viví, lo que percibí, lo que sentí. El PRD se presentaba vital (movimiento), enérgico, exuberante, conformado aún por algunos viejos cardenistas que desde La Piedad y sus comunidades como Río Grande, Numarán y muchos de la región como don Onofre Vázquez, le daban fortaleza e inyectaban no solamente la sabiduría de la vieja lucha campesina y los afanes de justicia, la real justicia social sino una especie de utopía no tan precisa en medio de la maraña ideológica, pero que se sentía , se vivía en las grandes concentraciones, en los grandes mítines desde la explanada de la plaza principal. La profunda sed de justicia que también se palpaba en los democráticos afanes de otros partidos como el de Acción Nacional, luchador también como el que más por un México nuevo. PERO HABLO AHORA del PRD, que despertó esperanzas y una vez hecho gobierno en diversas latitudes de la geografía mexicana, también despertó desencantos, aun cuando no se lleve la exclusiva en el amplio espectro de la partidocracia mexicana. Es lo que ha pasado luego de la tragedia con los normalistas de Ayotzinapa en Guerrero. Hizo explosión el desencuentro y la impericia o tal vez la prevaricación y tal vez se haya regresado a prácticas que se denostaban hace 25 años, cuando el partido era movimiento. el tribalismo, la burocratización, la grilla que opacó el proyecto. Y el mismo fundador Cuauhtémoc Cárdenas hace público su desencanto al expresar en carta abierta que El PRD , “está a punto de disolverse o de quedar como una simple franquicia político-lectoral, subordinada a intereses ajenos a los de su amplia base militante, a partir de encontrarse inmerso en un ya largo proceso de pérdida de autoridad moral como institución y de pérdida de autoridad moral de sus dirigentes; de disminución creciente de su militancia en toda la república”. Y Carlos Navarrete, uno de los líderes destinatarios de la Carta, respondió a Cárdenas, que “usted nos propone renunciar y nombrar una dirigencia provisional que haga precisamente lo que el partido ha hecho en el último año. Sugiere que esa dirección se integre con representación regional y de las corrientes de opinión existentes. OJALÁ SE ENTIENDAN, pero las decisiones cupulares, se ve por todas partes, encuentran miles de dificultades para activar a “las bases”, desencantadas por la inefectividad, la dificultad de los liderazgos cupulares, sean políticos, sociales o morales, de adaptarse a los nuevos tiempos. (www.silvianomartinez.wordpress.com).
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