Carta Abierta. Silviano Martínez Campos

FANT.9- CARTA ABIERTA

Chon y Benita

(Chon y Benita. Foto de Silviano,

principios de los setenta, en la ciudad de México.

Al cumplirse 17 años de su paso, en marzo-abril de 1996)

CARTA ABIERTA

Silviano Martínez Campos

Musa de los Vientos:

Había pensado escribir esta carta con el título de “a quien corresponda”, pero me parece, además de comercial, impersonal y poco comprometido.

Así es de que opto por un destinatario personal, con nombre y todo y ¿quién más que tú, mi Musa de los Vientos?, tan abierta y comprensiva cundo me veo en aprietos, cuando mayormente me nacen los deseos de escribirte, por aquello de que vamos al nopal sólo cuando tiene tunas o sea sólo cuando nos las vemos apretadas.

Y como últimamente al parecer te he perdido la pista, ruégote y suplico recojas mi carta del primer buzón que encuentres, ya sea en la atribulada Yugoslavia, en la hambrienta África o en la sociedad de la opulencia con manchas de racismo o en cualquier sitio del planeta sufriente y extraviado, donde probablemente estés enderezando sentimientos de humanidad que nosotros hemos derrumbado.

Tengo en cuenta la receta que hace meses me diste, de escribir con la tinta que tú has inventado, la piedad y las lágrimas que de ella brotan.

Pero permite por esta vez usar también roja tinta del corazón rasgado y has de disculpar, no es que haya leído últimamente novelas de rosa subido y te parezca cursi, sino he vivido la plenitud del sufrimiento, al ver sufrir en agonía (lucha) de años, de meses, de semanas y días, a mis señores padres.

Claro, ellos murieron en lapso de 16 días uno del otro, pero mi familia pasó por una gran crisis y, qué te cuento, también de corazones desgarrados y a lo mejor también por el no entender y el no poder.

No juzgo, pero hay situaciones que más bien parecen de catarsis, purificadoras y yo, por mi parte, no lanzo primeras piedras y te pido, si a bien tienes, esclarezcas mi mente, temples mis emociones y purifiques mis afectos, si no para entender, por lo menos para ver un poco en medio de lo oscuro.

Tú me entiendes y habrás de disculpar, mi Musa de los Vientos, por aquello de que alguien intercepte mi carta, por abierta, el que escriba en tono tan personal, cuando hay tantas dificultades en este mundo revuelto que visitas.

Corro ese riesgo y estoy abierto a la crítica, pero no aguanté el deseo de contarte parte de lo que me ha sucedido. Hasta luego y corro también el riesgo de tu silencio respetable.

Narciso Adolorido:

Mucho te falta, mi Narciso, para entender mi tecnología de la comunicación. No bien habías empezado a escribir tu cara, cuando capté al instante tu lenguaje.

No por palabras rebuscadas que utilizas en alguno de tus párrafos, estilo Corín Tellado, ni por el esmero que pones, sin lograrlo, en engarzar las cuentas de tus pensamientos.

Sino por el palpitar de corazones, que capté de inmediato, como el palpitar del corazoncillo de aquella inocente pequeñita cuyo pecho oprimiste a tu oído para curiosear en las fuentes de la vida que “comienza”, o tal vez para captar los latidos del Universo, durante el sepelio de tu padre anciano, símbolo de la vida que “termina”.

Tu carta pues la saqué del buzón de tu alma y la leí con el código que improvisaste allá en aquellos tiempos y ahora, cuando escribías o poco antes cuando ponías “musiquita” a tu padre, valiéndote de los conciertos y las sinfonías del gran Mozart, en los “cassetitos” que te regaló pareja amiga, a quienes también yo hice un regalo sorpresivo.

Si crees que sólo arreglo dificultades planetarias, me parece que estás equivocado. Intervengo desde luego con mis sugerencias (mas las decisiones son tuyas) en cuestiones del hambre y el desarme, del desamor estructural en que se ha sumido tu planeta.

Pero también soplo y sugiero salidas en asuntos de corazones y mentes desgarrados, no importa que mis susurros se capten y acepten luego, o más después, en meses, en decenios.

Si doña Benita falleció el 28 de marzo a las 83 y don Chon el 13 de abril a los 87, lo supe desde antes que tú me dieras la noticia.

Subían hacia mí, la Musa de los Vientos, aromas perfumados engarzados en cuentas del rosario; misas concelebradas por paisanos orantes y devotos; cantos esperanzados de ángeles de falda, súplicas y lamentos de otros ángeles de rebozo, que palpaban con sus manos, como tú con el alma, la hondura del dolor y del sufrimiento.

Y cuidados también de ángeles de alba bata, que ponían en el papel la fórmula y el remedio, o antes en el cuerpo de tu madre, la ciencia del bisturí, la transfusión y el aparato.

Designios hay, mas no imposiciones y, quien te dice, Narciso Adolorido, que no sólo las fiestas se comparten. También hay sufrimientos y cruces compartidos.

Asómate si quieres a hospitales, consultorios y palpa enfermedades y miserias por cientos y millares y millones. Pero hay, como dicen pensadores, enfermas sociedades opulentas y enfermas sociedades por el hambre.

Se te dio la tarea, bien lo recuerdas, de crecer y crecer y dominar la Tierra, pero no destruirla, no es lo mismo. Y en tus afanes de saberlo todo, exploraste de más sin medir las consecuencias y sembraste el planeta de injusticias, escombros y desechos, causas de enfermedades y miserias.

Arregla pues tu casa, tu planeta y luego que lo arregles te quejas de mi, y pongo lo que falte. Pero una cosa sí que te adelanto, te auguro buen fin, te lo aseguro.

Usa tu fantasía pues más te vale que peques por exceso que por falta. Y si Benita de joven era cantadora y sólo enfermedades marchitaron su semblante, imagínala ahora rebosante de fulgor, juventud, sonrisa eterna.

Y si Chon días antes de su postración definitiva te había dicho llorando en su patio: “ya no puedo trabajar”, imagínalo ahora trabajando, pero no para compartir entre sus críos los gajos de naranja, sino para compartir junto con otros de su cielo, gajos de estrellas y galaxias y anunciando en escalas del trombón que Dios es Grande.

Porque si en reunión pueblerina había acuñado el dicho de “yo también vine”, en forma de protesta por el involuntario olvido, imagínalo haberle dicho al Creador: “yo también vine” y el Creador presuroso contestarle: “por supuesto”.

Y luego la presentación protocolaria llamando a seres queridos antes, ahora ocupados en asuntos exteriores en universos infinitos que alegres y festivos dan la bienvenida a Chon y a Benita. Porque habría ocurrido presentación obligada de la Madre Santa, a quien aclamaba en su penar la madre dolorosa.

Y luego el saludo de Sofía, Josefa, Teófilo, Filoteo, Teodoro, Doroteo, Francisco, Onofre, Justino, Serafín, Altagracia, Agustín, Mónica, Damián, Concepción. Amparo, Roque, mártires, confesores, vírgenes, clérigos o laicos.

Y entonces sí la sorpresa de encontrarse con ángeles humanos festivos, relucientes, que en cada mirada prodigan una alabanza, su sonrisa improvisa sinfonías, su saludo contagia contraseña perfumada, para seguir buscando niveles y niveles, pero no aislados, donde cantan coros, ejecutan orquestas y proyectan constructores de universos con creatividad donada.

Ellos mismos, Benita y Chon, asumiendo la sorpresa de sentirse ángeles, mensajeros de infinito cuando fueron a su manera en su vida pasajera.

Pero si crees, mi Narciso vanidoso, que el cielo es asunto personal y familiar, estás equivocado. Individualismos destructores y clanes voraces son privativos de tu Tierra, asolada por el desamor y la locura de la acumulación y el lucro.

En el cielo caen diariamente como rosas fragantes, perfumadas, millares de rosas, de almas, como la Teresita imaginaba hacerlas llover sobre la Tierra. Y si tu, tan afecto a las seguridades de tu posesión y tu saber quieres fórmulas te doy la de aquel pensamiento que capturaste al vuelo: “a la casa del Padre volvemos todos o ninguno”.

A ti, homo sapiens tecnologizado, la misma palabra “cielo” te parece una patraña y o bien has manejado en la propaganda su concepción como opio o ilusión de poetas, te hablo el lenguaje de las dimensiones que han descubierto tus físicos, los más allegados a los límites del mundo.

Imagina pues a la larva convertida en mariposa que luego después remonta muy altos vuelos a su escala, porque la comparación del grano de trigo que muere para dar nueva vida, de plano, no la entiendes ni la captas.

Así comprenderás que el mundo es sorpresivo y sobrepasa los esquemas de tus fórmulas vejestorios a las cuales te acoges por miedo a tu futuro de ángel.

Ángel de carne y hueso con misión de peregrino en tu Tierra, tu planeta, de hacerlo habitable, pródigo en piedad y misericordia. Porque aquello de “busquen primero el reino (soberanía) de Dios y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura”, sigue actual por siglos y siglos. Así te lo aseguro, Narciso vanidosos, adolorido, pues crees que sólo tú sufres o tú gozas, así te lo aseguro yo, tu Musa.

Musa de los Vientos que os ama y soy principio y fin de todo lo que empieza, principio y fin de todo lo que “acaba”, testigo fiel de todo lo posible y hago realidad de de todo lo que sueñas, cuando tus sueños son tejidos con amor, piedad, misericordia, con hilos finitos de belleza, mezclados de bondad y de ternura.

Sueños de corazones destrozados por la incomprensión o la penuria; sueño enlazados en el amor de la plegaria; sueños regados con lágrimas del alma o sueños cultivados con lágrimas del cuerpo; sueños tejidos en la soledad del aislamiento creativo, voluntario, o sueños tejidos por el latir de corazones mil que tantean en la mínima comunidad o en la comunidad planetaria, en busca del sentido quizás perdido.

Pero nunca perdido, porque un afecto que nace nunca muere, una utopía que nace nunca muere, sino es abono para otra más grandiosa. La utopía de llegar a ser realmente hombre, desde aquí por supuesto pero “allá” por supuesto, porque a ello invita quien para el que lo acepte, Hombre Perfecto, Hombre-Dios, sufrió y murió y es El Viviente a fin de que ninguno de sus hermanos hombres desespere y espere actuando y conformando desde ahora el cielo que le tiene diseñado.
(Publicado en GUIA, Semanario Regional Independiente, Zamora, Mich., México, Las Ventana, Pág. 5-B, 21/IV/1996. Y en ETCETERA, semanario, La Piedad, 15/IV/1996)

Reproducido en Mi Ziquítaro, Silviano’s Web 2

GNU Copyright (c) 2007 Silviano Martínez Campos. Se autoriza la copia, la distribución y la modificación de este documento bajo los términos de la licencia de documentación libre GNU, versión 1.2 o cualquier otra que posteriormente publique la Fundación del Software Libre (Free Software Fundation); sin secciones invariables (Unvariant Sections), textos de portada (Front-Cover Texts), ni textos de contraportada (Back-Cover Texts).Se incluye una copia en inglés de esta licencia en el artículo Text of the GNU Free Documentation License.

Una respuesta

  1. […] Carta Abierta. Silviano Martínez Campos. […]

Deja un comentario